A las cosas hay que llamarlas por su nombre y mucho más a las conductas ilícitas.
Nunca he oído a nadie referirse al contrabando como comercio ilegal de alto riesgo, o a los narcotraficantes como exportadores de sustancias alucinógenas, o a los captadores masivos e ilegales de dinero como bancos alternativos.
Cada una de esas conductas delictivas tiene una definición clara en el diccionario, en el Código Penal y claro está, en las conversaciones diarias de todos los colombianos, no debería entonces la explotación ilícita de minerales ser la excepción, porque con intención o sin ella, el término confunde y para una inmensa mayoría de las personas, las consecuencias negativas de la explotación ilícita de minerales se atribuyen a la minería, MINERIA solo hay una y es la bien hecha, es la que se lleva a cabo bajo el amparo de la ley y el control del Estado colombiano.
Para hacer MINERIA en nuestro país es necesario contar con un título debidamente otorgado por el Estado y registrado en el Registro Minero Nacional, el cual, no se obtiene con la presentación de la cedula, como señalan algunos, sino después de haber dado cumplimiento a una serie de requisitos técnicos, económicos, mínimos de idoneidad laboral y procesos de concertación con las comunidades.
La MINERIA produce riqueza, porque desde el otorgamiento de un contrato de concesión hasta su entrada en producción, el titular paga cánones superficiarios al Estado y genera empleos directos e indirectos y una vez entra en etapa de producción, continúa generando empleos y comienza a producir regalías, las cuales benefician al país en general y a la región en que se lleva a cabo la explotación en particular.
La MINERÍA es respetuosa de las comunidades, porque los proyectos mineros se socializan, se toman en cuenta las afectaciones que los mismos pueden producir y se toman las medidas necesarias para evitarlos, minimizarlos o repararlos.
La MINERÍA es también respetuosa del ambiente, así, contrario a lo que se oye frecuentemente, a nadie le van a regalar el páramo de Santurbán, ni ningún otro, porque en Colombia, la MINERÍA está prohibida en páramos, como lo está en parques naturales nacionales y regionales, en zonas de reserva forestal protectora, en zonas de humedales RAMSAR y en zonas de seguridad nacional.
La MINERÍA no usa mercurio, entonces por favor acabemos con el argumento de que la MINERÍA viene a llenar nuestros ríos de esa peligrosa sustancia, la MINERÍA no usa retroexcavadoras, como vi en el cuaderno de sociales de mi hija mayor, que ilustraba distintas actividades económicas y la MINERÍA era así representada, la MINERÍA no acaba con el agua, entonces terminemos de una vez con ese falso dilema de MINERÍA u oro.
Seamos conscientes de quién es el verdadero enemigo, de cuál es la actividad responsable de llenar de mercurio las aguas del Río Atrato, seamos conscientes de que tenemos un enemigo común que acaba con nuestra economía, con nuestras comunidades y con el ambiente y ese enemigo no es la MINERÍA, como algunos lo han querido hacer ver, el enemigo tiene nombre propio y debemos comenzar a reconocerlo y a combatirlo, el enemigo se llama EXPLOTACIÓN ILICITA DE MINERALES.
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Autor: Ángela María Salazar